jueves, 24 de abril de 2008

23 de abril. ¿Cuál de ellos?

Ayer fue el Día del Libro. Mesas en las librerías (y en la plaza del Altozano) y más movimiento de lo normal en las mismas lo atestiguaban. La razón, por casi todos conocida: el 23 de abril de 1616 murieron Cervantes y Shakespeare. Curiosa coincidencia: los dos autores más reconocidos de las lenguas española e inglesa murieron en la misma fecha. Sí, en la misma fecha, no en el mismo día. Cuando en 1616 era 23 de abril en Londres, en España era 3 de mayo.

¿¡Y eso!? En la actualidad ya choca lo de que al cruzar de Siberia a Alaska el Estrecho de Bering la hora sea… ¡ayer! ¡Pero esto! El tiempo es relativo… ¡y tanto!

No, no tiene nada que ver con la relatividad del tiempo. Los ingleses no se pusieron a hacer viajes a la velocidad de la luz de forma que el tiempo transcurriera más despacio por su isla que por España. La razón se haya en el calendario.

Hasta 1582 (“el Sol no se ponía en nuestro Imperio…”), en toda la cristiandad se usaba el calendario juliano. El calendario juliano tenía 365 días y un año bisiesto cada cuatro años. Sin embargo, acumulaba un retraso que en los tiempos largos era importante: el año en realidad no dura 365,25 días (365 días y 6 horas), sino 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos (365,2422 días). Esto, a la larga hizo que las fiestas religiosas no se correspondieran con el tiempo que les correspondía, por lo que el Papa Gregorio XIII decidió arreglarlo: creó el calendario gregoriano, el que hoy tenemos, donde serían bisiestos los años múltiplos de 4 excepto los centenarios que no fueran múltiplos de 400. Además, para recuperar el ciclo solar que había en tiempos del Concilio de Nicea (año 325), el día siguiente al jueves 4 de octubre de 1582 fue el viernes 15 de octubre de 1582.

En los países católicos el cambio fue instantáneo. Sin embargo, en los no-católicos, ese cambio se produjo mucho más tarde. En el Reino Unido fue en 1752. En Rusia en 1918. Por eso, en 1917, la Revolución de Octubre (en Rusia) fue en noviembre (en España).

Menos mal que ya no quedan países con calendario juliano. Menudo caos. Sigue habiendo multitud de calendarios distintos en todo el mundo: el árabe, el judío, el chino, … pero estos, al menos, no usan los mismos nombres. Claro que algo nos queda todavía extraño: los husos horarios. Y tiene algo de lío:

Pongamos un caso: El 10 de marzo de 1990 a las 0:30, hora peninsular, nacieron dos personas, una en Albacete (por ejemplo) y otra en Las Palmas de Gran Canaria. Sin embargo, lo que importa para tener la mayoría de edad es el día en que se cumplen los 18 años, no la hora ni el tiempo. Por lo tanto, aunque el canario y el albaceteño nacieron al mismo tiempo, el canario nació el 9 de marzo (a las 23:30 de Canarias), y el albaceteño el 10 de marzo (a las 0:30 de la Península). Por lo tanto, y aunque ahora los dos estuviesen empadronados en Madrid (por ejemplo), en las elecciones del 9 de marzo podría haber votado el canario (que tenía 18 años y era mayor de edad) pero no el albaceteño (que tenía 17 años y era menor de edad).

Se me ocurren muchas más cosas sobre el tiempo. Pero dan para varias entradas, así que me las guardo.

sábado, 19 de abril de 2008

El efecto mariposa

Hace una semana, en concreto en la noche entre el viernes y el sábado, en un botellón, no sé ni cómo ni por qué, se habló del “efecto mariposa” y de la teoría del caos. Unos días después, concretamente el miércoles, aquel que acuñó la frase que dio nombre a ese efecto, Edward Lorenz, murió a falta de un mes y una semana de cumplir los 91 años de edad (descanse en paz). Este tema es muy interesante, si bien mis conocimientos de Física son los del Bachillerato y muy poco más (diría que son menos, porque además está el factor olvido).

Edward Lorenz era meteorólogo. En sus estudios, trabajó en la creación de un modelo matemático determinista que pudiera predecir el tiempo atmosférico. El resultado fue un sistema capaz de predecir, en un corto espacio de tiempo (un día, por ejemplo), el comportamiento climático. Sin embargo, más allá de ese tiempo, el efecto de factores que no eran tenidos en cuenta crecía exponencialmente, haciendo que todo pudiese variar de modo caótico. Esos factores no eran tenidos en cuenta por no ser apreciables. Es por eso que las previsiones de los meteorólogos son fiables solo para unos pocos días.

Así, Lorenz llegó a la conclusión de que el movimiento de las alas de una gaviota podría cambiar el curso del clima para siempre, aunque en referencia a este fenómeno más tarde cambiaría la palabra “gaviota” por “mariposa”. Unos años después, aparecería la frase “Does the flap of a butterfly’s wings in Brazil set off a tornado in Texas” como título de una conferencia que el propio Lorenz tendría que presentar.

El “efecto mariposa”, extrapolable fuera de la meteorología, ha quedado así reflejado en la cultura popular. Se refiere a los efectos en cadena que hacen que algo sea consecuencia de un hecho anterior con el que aparentemente no guarda relación. Imaginad, por ejemplo, un caso imaginario: "Un estudiante de Bachillerato de Ciencias Sociales suspende un examen de Economía, hecho que origina un cierto miedo a esa asignatura y ciencia, por lo que en vez de estudiar en Albacete la carrera de Economía (como había pensado), se va a estudiar Historia a Alicante. Allí hace amigos entre sus compañeros, uno de los cuales es de Castellón, y un día éste le invita a ir allí, invitación que acepta. Allí conocería a la hermana de éste, con la cual iniciaría una relación que terminaría en boda e hijos. El nieto de ambos llegó, muchos años después, a ser un militar de alto rango que dio un golpe de estado y a cuya espalda hay miles de muertos. Miles de muertos que quizá no hubiera habido de no ser por el suspenso en un simple examen de un simple estudiante de Bachillerato muchas décadas atrás…"

Otros ejemplos serían los de los viajes en el tiempo, como en Regreso al futuro o en aquel gran episodio de Hallowe’en de Los Simpson en el que Homer viajaba en el tiempo por accidente con una tostadora.

Espero que aquella inocente conversación del botellón no tuviera relación con lo ocurrido el miércoles…

Yo creo que el destino del Universo y de todo lo que hay en él, incluidas nuestras vidas, está determinado. Todo se rige por leyes físicas, incluidas las partículas que componen toda la materia, incluidos desde luego nosotros, incluidos incluso nuestros pensamientos (debidos a los impulsos nerviosos que blablabla). Como decía Einstein, “Dios no juega a los dados”. Aquello a lo que llamamos azar, es el desconocimiento de los factores que causan un fenómeno, factores que pueden llegar a ser imposibles de determinar.

miércoles, 16 de abril de 2008

Presentación de "Los fantasmas de Edimburgo", de Eloy M. Cebrián

A Eloy M. Cebrián yo lo conocí como profesor hace ya unos años, cuando yo hacía 4º de ESO. Hace, por tanto (voy a calcular…), más de cuatro años. Él era mi profesor de Conversación en Inglés. De él había oído sus “escarceos” con la literatura, que empezaban ya a convertirse en algo serio. Ese mismo curso, ahora que recuerdo, fui ya a la presentación de un libro suyo, a cargo de otro buen profesor, uno de los (¿pocos?) profesores que vienen a la memoria en medio de un sentimiento de simpatía y gratitud: Daniel López.

Aquel libro era Bajo la fría luz de octubre, y yo lo leí aquel verano con curiosidad por ver cómo escribía aquel que había sido profesor mío. Encontré entonces al Eloy escritor, en una novela que, hasta la fecha, es seguramente la que más me ha gustado de él. Y es también uno esos libros que está presente en mis listas de favoritos y que yo siempre recomiendo.

Que diga que esa sea mi novela preferida de Eloy (hasta la fecha) no desmerece en ningún momento a las demás. Ahí están Memorias de Bucéfalo (en dos tomos), Vida de Alejandro, por Bucéfalo (algo así como un remake recortado del anterior, que por cierto yo presenté junto a Antonio Vicente Alcañiz (un saludo) en la Popular), El fotógrafo que hacía belenes, y una novela, por el momento, inédita. Menos las Memorias, las he leído todas, y ninguna me ha defraudado (si las he leído todas… por algo será). Y a destacar ampliamente es su libro de relatos, Las luciérnagas y 20 cuentos más.

Llega ahora un nuevo libro de Eloy. Su nombre es Los fantasmas de Edimburgo, y ha sido finalista de los premios Fernando Lara (Planeta) y Herralde. Yo adelanto que no lo he leído, pero teniendo en cuenta la trayectoria del libro, las buenas críticas, y sobre todo que es de Eloy, promete. Así que, acabados los exámenes, no tardaré en “hincarle el diente”.

Y mañana es su presentación. Jueves 17 de abril, en la Librería Popular, a las 19:45.

Nos vemos allí.

lunes, 14 de abril de 2008

A la tercera va la vencida


Hoy se cumplen 77 años del comienzo de la segunda experiencia republicana en nuestro país. Una experiencia que duró apenas cinco años y tres meses de realidad plena, y ocho años si incluimos los de la Guerra Civil. La anterior experiencia republicana databa del 11 de febrero de 1873, en un contexto de guerra civil (carlista, cantonal y de independencia en Cuba), y duró menos de dos años, de los cuales uno fue de dictadura. Vistos los antecedentes, muchos monárquicos (y medios definidos como tales) aluden con constancia a estos hechos para alertar de los peligros para España que conllevaría una Tercera República. ¡Toma manipulación!

En primer lugar, cabe decir: Muchos países que tienen sistemas republicanos consolidados pasaron por repúblicas desastrosas. Nadie dudaría de la solidez del sistema republicano en Alemania (vigente desde 1949)… y ahí está la República de Weimar (1919-1933), que acabó derivando al Tercer Reich. Y menos aún del sistema republicano en Francia, que tras una sangrienta Primera República revolucionaria (1792-1804), un imperio napoleónico, una restauración borbónica, y una Segunda República (1848-1852) que concluyó con un golpe de estado por su Presidente (Napoleón III) en un Segundo Imperio; conoció la III República en 1870, con sus sistema republicano que ya no abandonó hasta nuestros días (se interrumpió con la invasión nazi, y la Cuarta República resultante se convirtió en Quinta con un cambio constitucional en 1959).

Que en España hayan fracasado las dos experiencias anteriores no quiere decir que vaya a fracasar la tercera. Ya saben, a la tercera va la vencida.

Además… ¿acaso los españoles no sabríamos cuidarnos sin un Rey? ¿¡Tan tontos somos!? Esa sospecha de falta de madurez es la misma que la que intentaba evitar el retorno de la democracia con la Transición… Porque, hagamos balance de las experiencias democráticas españolas: malograda en el Sexenio Democrático (1868-1874), viciada por el caciquismo durante la Restauración (1890-1923, antes de 1890 el sufragio era censitario) y acabada por la dictadura de Primo de Rivera, y lo que ya hemos visto en la Segunda República. No prometía la democracia española en 1977, no… y ahí está.

La Tercera República española no será como las repúblicas españolas anteriores. Deberá aprender de las experiencias del pasado, y sobre todo, de las de nuestros vecinos europeos. No deberá cometer los excesos legales del pasado, que también los hubo. Una república moderna, occidental… una república europea más.

Quienes creen que con una República se quemarían las iglesias y España se desgajaría son catastrofistas, no solo sin fe, sino con temor, a la democracia.

PD: Al final han sido solo dos artículos republicanos. Cosas de la falta de tiempo.

viernes, 11 de abril de 2008

¿Para qué la Monarquía?

Se acerca el 14 de abril de 2008, 77º aniversario de la proclamación de la Segunda República española. Y siempre es buen momento para hablar de democracia, de profundizar en la democracia. Es, por tanto, buen momento para hablar de República. Inicio con esta una serie de actualizaciones "republicanas", hasta el lunes 14.

No faltan quienes dicen que la actuación del Rey fue indispensable para tener la democracia de la que ahora gozamos. Y no les falta razón. Muchas veces dicen que renunció a los poderes prácticamente absolutos que heredó de Franco, en favor de los españoles. Y tampoco se equivocan. Y afirman que la actuación del Rey fue fundamental en el fracaso del golpe de estado del 23-F. Y, al menos según la historia oficial, están en lo cierto.

Sin embargo, no es menos cierto que el Rey impulsó la reforma de un régimen fascista carcomido en buena parte por obligación, por necesidad. Una monarquía absoluta en medio de una Europa occidental de democracias parlamentarias era algo en verdad extraño, absurdo. Algo que nos acercaba más al otro lado del Estrecho que al otro lado de los Pirineos. Algo insostenible, máxime con un clamor popular de cambio, aunque las palabras fueran sometidas a las armas.

“Hagamos la revolución desde arriba antes de que la hagan desde abajo”. Eso decía Antonio Maura, Presidente del Gobierno en el reinado del abuelo del actual Monarca. Bien es cierto que se refería a temas algo distintos, como solo puede ser cuando median setenta años entre un hecho y otro. Pero no eran tan distantes en el fondo, y eso fue lo que aplicó el joven rey. Esos poderes absolutos podían no durar mucho, y ser completamente arrebatados, si no se emprendía la senda de la democratización del régimen. Si no se llevaba a cabo la Transición, una buena alternativa a una probable nueva guerra fraticida, tuviera el resultado que tuviera.

En cuanto al 23-F, tan cierto es que el Rey dio su mensaje contra el Golpe como que éste se produjo cuando ya empezaba a fracasar. Tan cierto es que no actuó nunca en favor de los golpistas a partir del 23 de febrero como que el general Alfonso Armada debía su posición desde la que dio su intento de golpe a las presiones del Rey sobre Suárez, poco antes de la fecha señalada. En definitiva, tan exagerada es la exaltación de la laureada intervención del Rey ese día como oscuros sus pasos previos. Y no me extrañaría que también exageraran los silenciados detractores de la actuación del Rey en este asunto, pero mucho me temo que aún nos queda mucho tiempo para que lo sepamos todo sobre ese día.

Por tanto, si evaluamos la figura de Juan Carlos de Borbón, sin duda tiene méritos. Méritos que hay que reconocerle debidamente. Pero esos méritos, con los que también cuentan Adolfo Suárez, Torcuato Fernández Miranda, Manuel Gutiérrez Mellado, Felipe González, Santiago Carrillo y muchos otros, y muchos españoles anónimos que pagaron con su sangre y con sus huesos en la cárcel, no hay que confundirlos con lo que no se debe. Don Juan Carlos se ha ganado el respeto de los demócratas, pero no el aura de perfección, el silencio y la censura sobre lo negativo, el estar por encima del bien y del mal o el estar por encima de la ley (léase el artículo 56.3 de la Constitución), el ser más igual que los demás (explíquenme si no eso de que “todos somos iguales ante la ley”). No se ha ganado tener la Jefatura del Estado, y de los ejércitos, hasta su muerte o su renuncia a la misma. No se ha ganado que solo su familia pueda ser propietaria de tales títulos, no por nada, sino porque eso, de por vida, nunca puede ganarse en una democracia. Porque en una democracia es el pueblo, los ciudadanos, los que deben elegir a sus representantes cada cierto tiempo, sean cuales sean los méritos de los mismos.

Así pues, tengámosle en cuenta, como a otros personajes de la Transición. Pero no mantengamos instituciones anti-igualitarias como la Monarquía, que son más propias de la era feudal que del siglo XXI.

martes, 8 de abril de 2008

Investidura, hipocresía y mentirijillas

Bueno. Hoy comienzo mi actividad por este blog, y lo comienzo con política, con algo ligero… como el debate de investidura de Zapatero.

Aclaro, lo primero, que he visto muy poco. La necesidad de estudiar “Derecho de la Responsabilidad Civil” (una optativa de Economía) y una clase por la tarde hicieron que, para gran dolor en mi corazón (…), me perdiera casi toda la sesión de hoy. Sin embargo, he visto un poco, quizá lo suficiente.

He visto un poco de la intervención de Rajoy, otro poco de la respuesta de Zapatero, y ya de noche el debate entre Zapatero y Josu Erkoreka (PNV) (por cierto, gran orador, independientemente de sus ideas, como el propio ZP reconoce). En la parte del enfrentamiento “Rajoy vs. Zapatero”, lo de siempre: reproches, broncas de los contrarios a cada palabra… como el patio de una escuela. Pero eso no es extraño (esto otro tampoco, la verdad). Lo que me ha llamado la atención ha sido una cosa, que, la verdad, esperaba: Rajoy se opondrá a la investidura de Zapatero.

No es que vaya a esperar un apoyo a la misma, ni mucho menos. Parece evidente que un partido que opina lo contrario que otro en casi todo lo importante no es que no tiene por que apoyarlo, en que no debe. Sin embargo, por la misma coherencia por la que no se explicaría un apoyo en la investidura del PP al PSOE (coherencia a la que Rajoy ha acudido esta tarde para explicar su decisión), tampoco se entiende el voto en contra. Me explico.

Durante la campaña electoral, para aquellos que no lo recuerden, el señor Rajoy dijo que si ganaba las elecciones, pediría al PSOE que se abstuviese en la votación de la investidura. ¿Las razones? Él mismo decía que para se cumpliera la palabra de Zapatero, por la que éste gobernaría solo si ganaba las elecciones:

“El señor Zapatero ha dicho que no formará Gobierno si no gana las elecciones, y yo digo lo mismo. […] Voy a llamar al PSOE, porque, como él no va a formar Gobierno y yo tampoco, para que se abstenga en el debate de investidura. Si gano. […] para que el señor Rodríguez Zapatero pueda cumplir su palabra.”

Otras posibles razones que se me ocurren: no necesitar pactar con los nacionalistas, un buen motivo, por ejemplo. En cualquier caso, el resultado ha sido el que ha sido: Rajoy pedía a Zapatero que, si él (el gallego) ganaba las elecciones, el otro se abstuviese. Al final, las ha ganado Zapatero, pero al parecer los argumentos esgrimidos un día por Rajoy solo valen en una situación, y él no se va a abstener, va a votar en contra. Ole la coherencia, y ole cómo cumple con el ejemplo. Como algunos dirían: “No es lo mismo predicar que dar trigo”.

Pero bueno, inconsistencias de este tipo hay en todos lados. Solo había que mirar unos centímetros detrás de Rajoy, al ahora flamante Presidente del Congreso, José Bono. Aquel que en 2003, tras ganar las elecciones regionales, dijo que no cruzaría el Tajo, y un año después estaba de minijtro en Madrid. Aquel que dejaba la política hace dos años para tener más tiempo para jugar con su hija de cinco años, y hoy es la tercera personalidad más relevante jurídicamente del país. Claro que… después de todo… Toledo, como Madrid, está a la margen derecha del Tajo. Y los hijos… se hacen mayores.

Ay, estos políticos…


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Y en otro orden de cosas, mañana 9 de abril vuelve Muchachada Nui (o ya hoy, qué tarde se me ha hecho).

http://es.youtube.com/watch?v=EYatuKrNESA