viernes, 11 de julio de 2008

El secreto de Monkey Island

Han pasado más de dos meses desde mi último post, dos meses que he dedicado a estudiar los exámenes y a descansar del curso (y también de parte de mis "obligaciones" de Internet, como este blog). Si tuviera lectores, les pediría disculpas.

Y después de estos dos intensos meses de Eurocopa, tenis, crisis en la Economía y en el PP, y tantas cosas, vuelvo... para hablar de un videojuego. Y además, de un videojuego de hace 18 años, toma ya.

Hace unos días, pude disfrutar del GTA IV en la Play Station 3 de mi amigo Sergio. Si algo me sorprende especialmente de este juego, como también del videojuego Assassin's Creed (quizá en menor medida), con el que también he disfrutado gracias a Sergio y su PS3, es la enorme libertad de movimientos que tiene el personaje. Por el momento no puedes entrar a todas las casas, pero aún así, la libertad es tremenda. Y yo, supongo que como cualquiera, disfruto con eso. Se parece mucho a la realidad.

Cualquier madre o padre diría ahora: “¡Eso! Te encierras a jugar con eso, y te gusta porque se parece a la realidad. ¡Sal, chiquillo [lo eres para ellos aunque tengas 20 años], a la realidad de verdad, y no te encierres! ¡Parece mentira!”.

Bueno… Lo cierto es que, por suerte, no se parece a la realidad… Por suerte, en la realidad no puedes liarte a bazocazos, a tirar granadas o a disparar a diestro y siniestro (porque aunque juguemos a eso, seguimos estando cuerdos… y bueno... también porque no es tan fácil disponer de esas armas en la realidad).

Pero bueno, me estoy desviando mucho del tema. El caso es que, pensar en esa libertad de los videojuegos actuales, me recordó a la de los viejos viejísimos tiempos. En concreto, me recordó a un videojuego de 1990, El secreto de Monkey Island, al que yo jugaba unos años después de esa fecha, digamos que a mediados de la década de los 90, en el ordenador de mi tío (mi primer contacto con la informática). El ordenador de mi tío era un 386, con disquetera, y también con ranura para disco blando (nunca he visto uno), y funcionaba con Windows 3.11. Realmente, al encenderlo funcionaba con MS-DOS, y desde allí uno podía acceder a Windows escribiendo “win”, o acceder a los juegos escribiendo secuencias de comandos que ya no recuerdo. Y cada vez que me tenía que quedar, por alguna razón, en casa de mi abu

ela (que era donde estaba el ordenador), allí me ponía a pintar con el Paintbrush (como se llamaba entonces el Paint), a jugar con el Buscaminas, el Ski, el Fujigolf, y muchos otros pequeños juegos de aquel viejo Windows que ni siquiera tenía barra de inicio ni escritorio. Y también jugaba con los juegos grandes, a los que se accedía, como he dicho, por MS-DOS, y de entre los que sobresalían (para mí) el “Monkey” y el “Carmen” (Carmen Sandiego, a la que había que buscar por el mundo, como en una serie de dibujos que se emitía por entonces).

Y recordando aquellos tiempos (un buen día, mi tío se llevó el ordenador, y ya no sé dónde estará) me dije: “tengo que buscar en Internet el ‘Monkey Island’”. Y lo encontré, me lo bajé, y no pude resistir la tentación de jugar con él.

El “Monkey” era un juego que no se guardaba (o yo no sabía guardar). De manera que, dadas las limitaciones temporales de mis estancias en casa de mi abuela, yo nunca pude pasar de la primera parte. Con el programa que he descargado y que me permite usar ese viejo juego de MS-DOS en el ya no moderno Windows XP, 18 años después, sí.

La libertad de ese juego seguramente era considerable en comparación con otros de la época, aunque resulte ridícula con la de la actualidad. Arriba, había unas imágenes pixeladas, muy pixeladas, y abajo, una lista de acciones y otra de objetos. Y con el puntero del ratón (¡que se usaba el ratón, ya entonces, un gran avance!), uno seleccionaba las personas, animales o cosas (rememorando las clases de lengua de aquellos años también) que salían en la imagen o la lista y las acciones que uno quería hacer con ellos.

Pero aún así, no pude resistir el empuje de meterme en la pixelada piel de Guybrush Threepwood, de completar mi carrera de pirata en la isla de Mêlée, ni de salvar a la bella gobernadora Elaine Marley de las garras del capitán fantasma LeChuck, allá en la misteriosa Monkey Island. Bien es cierto, no iba a perderme por el juego mucho tiempo, de manera que utilicé una buena guía para resolverlo que busqué en Internet. Pero disfruté como un enano (como el enano que era hace más de 10 años) haciéndolo, siguiendo los pasos de la guía y desviándome solo para encontrarme con los montones y montones de chistes “ocultos” del juego. Disfruté más que “terroristeando” por las calles con cualquier GTA.

Por cierto, si algo se echa de menos en los modernos “GTA” o “Assassin's”, es un poquito de locuacidad en los personajes que uno controla. Al menos, el bueno de Guybrush, aunque fuera de entre una lista de respuestas, no se quedaba con la boca cerrada. Aunque lo que dijera no se oyera, y hubiera que leerlo.

En fin. Pues así, reviviendo mi infancia y consiguiendo lo que entonces no pude, pasé el día de ayer. Fue lo que se dice emplear bien el tiempo.

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Por cierto:
-Descargué el juego aquí (también lleva el Monkey Island II).
-Instrucciones:
  1. Abrir el archivo comprimido "Monkey_Islands.rar".
  2. Instalar "scummvm-0.10.0-win32.exe".
  3. Abrir el archivo comprimido "monkey.zip" que hay dentro de "Monkey_Islands.rar".
  4. Copiar la carpeta "monkey" en nuestro ordenador.
  5. En el programa ScummVM que hemos instalado en nuestro ordenador, ir a "Add Game...", y buscar la carpeta "monkey" (se sube de carpeta con "Go up"). Una vez encontrada, dale a "Choose", y a "OK".
  6. En la interfaz de Scumm, seleccionar el juego al que queremos acceder y pulsar "Start".
  7. Durante el juego, se puede grabar la partida dándole a F5 (en "Save"), y abrir la partida guardada (en "Load").
-La solución del juego aquí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Toma, que te veo melancólico

http://es.youtube.com/watch?v=mYZXNVHVfhc